El reproche me lo hizo @Cokegonzalez80, en relación, es fácil adivinarlo, al Caso Negreira: “Es de vergüenza, yo todavía sigo esperando que se pronuncie @juanmatrueba, que lleva años dando lecciones de objetividad e imparcialidad, y tratando con bastante desprecio a los que nos atrevíamos a insinuar algo sobre el Villarato. Y mira que le admiraba por su forma de escribir”. Tal y como le anuncié a través de Twitter, doy por recibido el guante que me arroja (quizá guantazo) y procedo a contestar en modo comunicado:

1. Si hasta el momento no me he pronunciado sobre el Caso Negreira, no es por la gravedad de los hechos referidos, extrema, sino por algo tan prosaico como la falta de tiempo y su primera derivada: la falta de información más allá de las notas generales. Estoy convencido de que ya han sido publicados detallados informes sobre las actuaciones arbitrales en las temporadas bajo la influencia de Negreira, en los que se habrá desbrozado dónde y cómo fue beneficiado el Barcelona y dónde y cómo fueron perjudicados sus rivales, acompañado todo de un registro exhaustivo de puntos ganados y escamoteados, de faltas a favor y en contra, distinguiendo por supuesto faltas relevantes y faltas tácticas, reparto de tarjetas y hasta de minutos añadidos. A partir de aquí, lo doy por hecho, se habrán establecido tendencias acusatorias o no, que sugerirán, o no, la implicación de los árbitros o del estamento arbitral. Tan seguro como que existen esos análisis es que yo no los he leído, de modo que quedo a disposición de quien tenga a bien remitirme algún resumen ilustrativo. 

2. Es obvio que no hacen falta detalles para formular una primera acusación: el Barcelona quiso influir en los árbitros por medio de generosas retribuciones al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros. La mera pretensión es constitutiva de fraude deportivo y debería estar acompañada de las sanciones correspondientes, sean las que sean, también el descenso de categoría. Ahora bien, en caso de demostrarse que Negreira influyó sobre los árbitros —con dinero, con regalos o con promociones en el escalafón arbitral— la corrupción alcanzaría a dicho estamento y pondría en duda la validez de las competiciones disputadas en los años en cuestión, asunto de tanta complejidad (es imposible anular resultados y consecuencias) que sólo podría resolverse, supongo, desposeyendo al Barcelona de los títulos nacionales conseguidos en ese periodo (los títulos internacionales son harina de otro costal).

3. En cuanto al llamado Villarato diré que nació como una ocurrencia ingeniosa más en auxilio del Real Madrid (y de la venta de periódicos) que de la justicia. Nunca fue formulada como una denuncia rigurosa, sino como una intuición traviesa, indudablemente partidista. En un momento en que al Barcelona le favorecía todo (Guardiola, Messi, el relato…) se concluyó que también le favorecían los árbitros. La conspiración, en líneas generales, estaba planteada del siguiente modo: beneficiar al Barça favorecía la promoción de los colegiados a la hora de convertirse en internaciones o asegurarse un lugar en Primera División. Como lo viví de cerca nunca presté excesiva atención al asunto, ni me vi obligado a participar de esta teoría en las crónicas que por entonces escribía. Lamento, eso sí, que mi estimado @Cokegonzalez80 haya sentido que mi escepticismo hacia el Villarato era despectivo hacia su persona. 

4. El escepticismo del que hablo me ha llevado a percibir a los árbitros como accidentes del juego, muchas veces tan aleatorios como el balón que golpea en un poste. No niego que hay arbitrajes condicionados por fobias infantiles o por neurosis no diagnosticadas, pero no creo en los árbitros perversos que tienen como objetivo la victoria o la derrota de un equipo. Quizá porque no quiero creer. Asumo que los árbitros favorecen a los equipos grandes porque les resulta imposible abstraerse del viento dominante y de la reprobación mediática y social a la que están expuestos. Hasta ahí llego.

5. No recuerdo que las ligas ganadas por el Barcelona en los años de Negreira estuvieran marcadas por la polémica arbitral, pero, como queda dicho, tampoco presté demasiada atención a eso. A falta de que las investigaciones en curso me demuestren lo contrario, juraría que el Barça ganó por Messi. Entonces, ¿qué sentido tenía pagar a Negreira? No sé responder. No descarto que el Barcelona fuera víctima de un gran timo que no lo exime de sus responsabilidades. 

6. Sería honorable que el Barcelona (y entorno) aceptara sin rechistar las sanciones que le caigan. La Juve sobrevivió con dignidad a una indignidad parecida. Pero temo que la respuesta sea sacar del cajón del abuelo supuestos favores al Real Madrid, lo que nos enredará (enmerdará) en una discusión tan patética y frustrante como suelen serlo las discusiones políticas de hoy en día. 

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