Cuentan que ya no es lo mismo,
que ha perdido ascendente,
que su poder se resiente
víctima de anacronismo.
Se ha enturbiado el catecismo
con deseo disimulado,
es “cristiano” y no es pecado.
Excusatio non petita,
se sabe aunque no lo admita,
legítimo y abortado.
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Y de lo de Griezmann qué,
mezclado con lo de Joao,
chocolate sin cacao
de incongruente soufflé.
“Soy hombre de club”, lo sé,
pero jugaba sesenta.
Ahora se sale noventa.
El mérito al contenedor.
Pero al que está alrededor
Que nada se le consienta.
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Que si juega bien no vale,
que no se puede enfadar,
que deje de alardear,
no corre y no sobresale,
merece que le señale.
Al contenedor regreso,
recojo el mérito ileso
y lo aplico y lo propago.
Con desprecios yo no alabo
Pero lo ablando con yeso.
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Luego el equipo compite,
ordenado y efectivo,
Con El Profe siempre activo,
líneas juntas con Loctite.
Porque cualquiera lo admite,
era peor con Manzano,
era blando y campechano
aunque haga once años de eso.
Las aceitunas sin hueso
para el niño y el anciano.
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Con El Profe siempre activas
las roturas musculares,
como nos faltan juglares
cuidado cómo adjetivas,
que hay líneas afectivas
que hasta pueden silenciarte.
Si no quieres doblegarte
cuéntalo en medios de pago,
no te escondas en Chicago,
que duden dónde buscarte.