Decía el irrepetible Mariano Delgado que un país en el que el seleccionador nacional cobra más que el Presidente del Gobierno no puede ir bien y aquí seguimos casi veinte años después con el mismo país y un seleccionador particular como ha habido pocos. Seguramente haya que irse hasta Clemente para encontrar un entrenador de España tan polarizante como Luis Enrique, quien llega al Mundial avalado por unos resultados más buenos que malos a lo largo de un mandato regado de una serie de decisiones muchas veces difíciles de entender desde fuera, más extravagantes que malas, pero que responden casi todas al personalismo con el que Lucho está llevando todo esto. La realidad es que aunque se pueda discutir si este o aquel casi todos los debates caen a los pies de que España probablemente no tenga a día de hoy ningún futbolista entre los treinta mejores del mundo. Luis Enrique no está dejando en casa a ningún jugador que fuera de nuestras fronteras llame la atención su ausencia entre el aficionado medio. Más allá de los Pirineos no está Twitter echando humo preguntando por Canales o Aspas.

Quizás el único caso que le haga preguntarse al Francois o Harry de turno que por qué no va es Sergio Ramos, pero su ausencia explica la selección de Luis Enrique casi mejor que cualquier presencia. Ninguno de los centrales que se lleva el asturiano a Catar es mejor que Ramos, incluso en noviembre de 2022. Pero en noviembre de 2022 el defensa del PSG no es tan bueno como para que Luis Enrique se mate a sí mismo: el seleccionador es la estrella del equipo en todos los aspectos. Su dimensión como entrenador proyecta más luz que la de cualquiera de sus jugadores e incluso como futbolista fue más de lo que son la mayoría en este punto de sus carreras. En este entorno de debates ficticios no le cabía a Luis Enrique uno que su aparato mediático podía hacer pasar por real. Y en ese búnker gregario que es el equipo tampoco le cabía una personalidad más grande que la suya.

Que España es un país de trincheras se sabe desde que España es España y en torno a la figura de Luis Enrique también hay un guerracivilismo en el que no se sabe muy bien qué victoria está reivindicando cada bando ahora que entramos en el que probablemente sea el último gran torneo de Lucho. Por un lado hay algunos que siguen poniendo el grito en el cielo porque no lleva a Nacho y otros te sacan pecho de la eliminación contra Italia jugando muy bien o la derrota contra Francia jugando mejor. En este punto ya me parece tan absurdo cuestionar sistemáticamente las elecciones del seleccionador en el secarral que tiene para elegir como intentar vendernos que Luis Enrique está haciendo algo fuera de lo común cuando en el mejor de los casos ha vuelto a ese espíritu de la España de La Furia de jugamos como nunca y perdemos como siempre. Por reducirlo todo al microcosmos de la Eurocopa 2021, define muy bien a este equipo el hecho de que no ganara a nadie más que a Eslovaquia a noventa minutos y la realidad de que tampoco perdió. De verdad que yo he llegado a entender que Luis Enrique se suba por las paredes cuando pretendan hacer un drama de que no lleve a Borja Iglesias o Iñigo Martínez y me lo puedo imaginar con uno de sus treinta asistentes en plan Mourinho diciendo en la intimidad que “Borja Iglesias es un chico que juega en el Betis, por qué me preguntan por Borja Iglesias”, pero de ahí a que un jueves random te saque un excel en Twitter presumiendo de perder unas semifinales a las que has llegado eliminando a Croacia y Suiza con diez ya va un límite de vergüenza ajena. Y que la ganga Luisenriquiana te salga en Twitter a citar el excel diciendo que está dando de mamar a no sé quien ya es el cúlmen de una serie de debates que no son reales y derrotas en el que campo que se pretenden ganar en las redes sociales. 

Al final del día creo que Luis Enrique ha sido inteligente para diagnosticar la realidad que es España en este punto y al menos ha conseguido crear un equipo reconocible de una suma de don nadies, muchos de ellos cuestionados en sus clubes, otros directamente suplentes, pero que a la sombra de Lucho y en su pizarra generalmente están dando un nivel aceptable para ganar a quien deben ganar y perder con quien deben perder. A Luis Enrique lo respetan porque está apostando por muchos de ellos antes o más que ningún entrenador de sus respectivos clubes, porque con algunos hasta sus aficionados han dimitido pero aquí está este tipo, maestro del conmigo o contra mi, mostrándoles que todavía pueden jugar al fútbol. A un mes vista me veo hablando en cualquier término. Me puede cuadrar tanto que nos zumban en la fase de grupos como que España puede picotear unas semifinales. 

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