La puesta de largo de Call of Duty suele ser una fecha clave para millones de usuarios todos los años. La multimillonaria franquicia de Activision genera tal impacto que incluso trasciende el sector, convirtiéndose en noticia para los medios generalistas por un volumen de ventas que puede dejar en muy mal lugar a muchas superproducciones cinematográficas por su increíble valor añadido a todos los niveles.

Después de la renovadora propuesta que la desarrolladora Infinity Ward publicó en 2019, lo cierto es que su secuela resultaba de lo más atractiva por ver qué novedades se podían introducir tras un título que le dio una bocanada de aire fresco a la saga. Procedemos a daros nuestras impresiones.

Adrenalina a raudales

El regreso del modo campaña que nos supuso la entrega anterior nos dejó claro el motivo por el que este estudio se maneja como pez en el agua en este terreno. Gracias a una excelente historia que nos trajo tanto viejos conocidos como otros personajes nuevos para la franquicia, su vuelta ha sido muy de agradecer. Siempre es interesante ver qué se sacan de la chistera para sorprendernos, aspecto que no resulta fácil a estas alturas.

Son 17 misiones que nos pueden llevar perfectamente unas cinco o seis horas dependiendo de la dificultad escogida. La introducción de entornos algo más abiertos le sienta fenomenal para despegarse un poco de ese ambiente pasillero que nos resulta tan familiar e incluso flirtear con el sigilo en un momento dado.

De la mano de la Task Force 141, el equipo internacional de operaciones especiales internacional liderado por el capitán John Price, Soap MacTavish, Gaz Garrick o Simon Ghost Riley, viajamos a lo largo de todo el globo en un conflicto ficticio que se parece demasiado a la realidad en no pocas ocasiones. Es verdad que hace tiempo que las campañas han perdido fuelle respecto a la parte crucial de la franquicia, como es el componente multijugador, pero en el caso que tenemos entre manos su disponibilidad previa a que los servidores estuvieran habilitados le vino muy bien. Esto permitió que muchos pudieran disfrutar de una historia más que correcta, que quizás no sorprenda tanto como en el anterior Modern Warfare, pero que siempre deja destellos de enorme brillantez y que complementa perfectamente a la joya de la corona.

Excelencia sostenida

Hablar del multijugador de Call of Duty es hacerlo de una verdadera institución a estas alturas y es la razón por la que los usuarios no sólo compran el título al por mayor sino que van a emplear incontables horas en exprimir todo el robusto contenido que ofrece.

Las posibilidades son inmensas, más allá de los diez mapas que están disponibles desde el primer día, algunos más memorables que otros, pero siempre intensos y divertidos en base al modelo de diseño de tres calles con dos niveles. Habituales de la saga como Duelo por equipos, Punto caliente, Buscar y Destruir o Todos contra todos están presentes para darnos una oferta sin igual en el género e incluso Baja confirmada también ofrece una alternativa desde el primer día al contrario que en el título anterior.

Por otro lado, se ha añadido el modo Rescate de Prisioneros, que intenta dar una visión más táctica a la hora de proteger a una personalidad mientras que el equipo contrario trata de abatirla, y también el modo Invasión, que complementa la oferta competitiva que supone Guerra Terrestre con la inclusión de personajes controlados por la IA como se pudo ver en Titanfall 2 con excelentes resultados.

La evolución por bandera

Pese a tratarse de una franquicia con cierto aire continuista —y eso no tiene porque ser negativo— Modern Warfare 2 no para reinventarse con nuevas propuestas o giros de tuerca que le sientan fenomenal a lo que es el buque insignia de la marca, es decir, el multijugador.