Como todo el mundo sabe, en especial Guardiola, el partido entre el Real Madrid y el Getafe coincidió con el Festival de Eurovisión, antes festival de la canción y ahora fiesta del orgullo led. El gol de Marco Asensio coincidió con la intervención de Bélgica, que corrió a cargo de Gustaph, un muchacho que recuerda tanto a Boy George como a Carlos Areces. Su canción fue de lo poco decente que se escuchó en el Liverpool Echo Arena, precisamente porque se escuchó, razón por la que le auguramos el peor de los resultados. Mientras Gustaph cantaba “remember when they told us, you’re not good enough”, Asensio se dio por aludido y chutó con toda la rabia que provoca la incomprensión. Si su disparo rozó en un defensa es porque el área del Getafe estuvo siempre repleta de defensas y no había forma de obviarlos. Sistema Bordalás: once soldados con pinchos que, con once ornitorrincos azules a juego, bien podrían haber formado un grupo en Eurovisión. 

Habría sido hermoso que Hazard hubiera marcado el gol del triunfo al compás de la canción de Bélgica, pero Edén está para seguir pocos compases. Más que fuera de forma, se le nota fuera de todo. Ni siquiera le animó la titularidad, la primera desde septiembre. Que llevara una camiseta interior reforzó la idea del viejazo repentino. Ahora mismo corre más riesgo de constipado que de lesión. Lo intentó, conste en acta, pero todos sus intentos fueron ingrávidos y gentiles como pompas de jabón (ver Antonio Machado, gran interior izquierdo). Sospecho que Hazard se ha apagado como se apagan los volcanes, que pasan de escupir fuego a calentar tarteras.

Asensio fue el único recurso de un Madrid que tuvo que convocar a la caballería para sacar adelante el partido. De inicio, Ancelotti dejó en el banquillo a Modric, Kroos y Vinicius, pero los tres tuvieron que intervenir para sucediera algo. No funcionó el mediocampo formado por Ceballos, Tchouameni, Camavinga y Valverde, quizá porque son coristas sin cantante o tal vez porque la insoportable levedad del partido los distrajo por completo. 

Mientras cantaba Brunette, una joven armenia con traje regional (short de ciervo blanco y botas Barbarella), Asensio pudo hacer el segundo de cabeza; lo impidió Soria con una parada excelente. Como suele ocurrir en estos casos, el Getafe se estiró cuando era tarde. Lo había fiado todo a una defensa impecable y el plan B lo tenía menos estudiado. 

Mariano, al que se esperaba en el Festival como cantante de Luxemburgo, apareció de improviso en el Bernabéu. No diré que estuvo cerca de marcar porque no sería cierto, pero al menos impactó un balón con su poliédrica cabeza. En ese instante atronaban los representantes de Alemania, autores de la banda sonora del infierno.

Sólo queda preguntarse si al Madrid le importan tanto los tres puntos como la posible lesión de Camavinga, que abandonó el campo con una rodilla lastimada. Visto el rendimiento de Mendy el asunto resulta inquietante. El único consuelo son los efectos secundarios que pueda causar el Festival en los cerebros de los jugadores del City que lo hayan seguido. No se sale indemne de algo semejante. 

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