Hablar de Starfield e incluir expectativas y presión en la misma frase es algo inevitable. Aunque pueda ser un poco injusto, y ciertamente lo es, todos los usuarios de Xbox andaban deseosos de poder acceder a ese juego diferencial, esa Tierra Prometida por la que tanto ha apostado Microsoft desde la adquisición de Bethesda Game Studios. En materia de títulos ‘first-party’, podemos aventurarnos durante incontables horas para determinar si esa promesa ha terminado convirtiéndose o no en la figura de Starfield.
Tras algún retraso que ha provocado que no llegara a nuestras manos hasta primeros de septiembre, el primer mundo innovador y propiedad intelectual de nuevo cuño que ha orquestado la desarrolladora en algún que otro lustro, viene a llenar un vacío en el corazón de los aficionados. Procedemos a daros nuestras impresiones.
Cuando hablamos de Bethesda Game Studios lo hacemos sobre un grupo de profesionales que han sido capaces de crear universos muy ricos en todos los sentidos de la palabra como nos confirman las sagas Elder Scrolls o Fallout, cada uno en su contexto y ambientación. Pero si había algo que faltaba en su recopilación de mundos era uno que abordara el trasfondo de epopeya espacial y ahí es donde entra nuestro protagonista.
Starfield es un juego de rol de Bethesda en el espacio y eso podría valer a muchos para comprar el título sin hacer preguntas. Tal como es seña de la casa, el trasfondo que se nos proporciona nos sitúa en un futuro en el que la Humanidad ha conquistado los límites de nuestro Sistema Solar y cumple con nuestro incansable afán explorador mientras mira hacia las estrellas.
Los jugadores se unen a Constelación, un grupo de exploradores espaciales en busca de raros artefactos por toda la galaxia, pero ese momento llegará después de una introducción o tutorial en el que va a arrancar una historia principal que tarda algo en entrar en materia y que nos puede ofrecer decenas de horas sin concretar más, ya que si eres uno de esos a los que les gusta los juegos del estudio, el tiempo llega a convertirse en un concepto relativo. Evidentemente, la cifra total puede llegar a producir sonrojo si nos desviamos con las tentadoras misiones que se irán presentando en nuestro camino y en las que las pertenecientes a las Facciones brillan con una cegadora intensidad.