Hace un tiempo no muy lejano en el que la publicación de una nueva entrega de la franquicia Assassin´s Creed se convertía en un acontecimiento mayúsculo en toda regla. Esto se debía a una popularidad más que robusta para una de las grandes propiedades intelectuales de Ubisoft y que buscaba satisfacer a los más acérrimos de la saga al igual que cautivar a nuevos jugadores introduciendo una serie de reglas que tuvieron su apogeo en la trilogía compuesta por Origins, Oddisey y Valhalla.

Gracias a su decidida apuesta por un mundo más abierto que en las primeras entregas y la opción de manejar un personaje masculino o femenino, al contrario que en los comienzos de Assassin´s Creed, no pocas personas pensaron que la esencia de los títulos se había ido diluyendo en favor de más y más contenido en lugar de una propuesta más comedida como ocurría en el principio de la franquicia. Con lo que el anuncio de Mirage proporcionó algo diferente a la línea más reciente y del que procedemos a daros nuestras impresiones a continuación.

Retorno al pasado

Tal como mencionábamos anteriormente, durante los últimos años Assassin’s Creed ha evolucionado hacia una franquicia de juegos de mundo abierto con mecánicas de RPG que lo han alejado de su concepto original. Lo cierto es que Origins, Odyssey y Valhalla han logrado el éxito comercial y de crítica, pero hay un nutrido grupo de jugadores que anhela una experiencia más clásica.

Por ese motivo, Ubisoft decidió dar luz verde a Assassin’s Creed Mirage aunque curiosamente el proyecto que hoy conocemos como Assasin’s Creed Mirage fue en su día un contenido adicional en el que trabajaba Ubisoft Bordeaux tenía como actor principal a Eivor, protagonista de Valhalla, viajando a Oriente Medio. 

Gracias a una inagotable sucesión de ideas, Mirage adquirió su condición de juego propio al igual que Zelda: Tears of the Kingdom y nacía así las aventuras de su protagonista en lugar de verse limitado a ser un DLC sin más.

Assassin’s Creed Mirage ambienta su historia en el año 861, doce años antes de los sucesos de Valhalla, y pone a los jugadores en la piel de Basim Ibn Ishaq, un joven ladrón callejero que se ha criado en las calles de Bagdad junto a Nehal, su cómplice y mejor amiga. Desde que puede recordar, Basim vive acosado por visiones y pesadillas, así que ha comenzado a preguntarse quién es y de dónde viene. Tras un suceso concreto, Basim huye de la ciudad y se une a una antigua organización, los Ocultos, bajo la protección de Roshan. Nuestro protagonista termina en Alamut, la sede de la organización que en este momento está en construcción. Ahí es donde aprende el arte de los Assassins y se convierte en uno de los Ocultos.

Basim recibe el encargo de buscar la Orden de los Antiguos, la facción antagonista de los Ocultos, en Bagdad y esta primera misión pondrá en marcha su viaje de transformación. La historia de Mirage sigue la evolución de Basim de aprendiz a mentor, un periplo que se refleja en los sistemas del juego. Al contrario que las entregas de Assassin’s Creed más recientes, en Mirage no hay un progreso basado en la experiencia, sino que es lineal y se basa en la historia.