Fue la primera gran tragedia aérea que sufrió el fútbol. Sucedió tal día como hoy de hace 74 años, a las 17:05. El avión Fiat G. 212 de tres motores en el que viajaba el Grande Torino se estrelló contra uno de los muros de la Basílica de Superga en la maniobra de aproximación al aeropuerto. Llovía, las nubes eran bajas, el viento intenso y la visibilidad no superaba los 40 metros. No hubo supervivientes. Murieron 31 personas, entre ellas, 18 jugadores, empleados del club, periodistas y la tripulación del aparato.
El Torino venía de jugar un amistoso en Lisboa contra el Benfica (4-3) en homenaje a Xico Ferreira, que se retiraba del fútbol. Lo habían organizado el propio Ferreira y Valentino Mazzola, capitanes de ambos equipos, durante un partido de selecciones en Génova. El avión de vuelta había hecho escala en Barcelona, donde los jugadores almorzaron con los del Milán, que estaban en tránsito hacia Madrid. Desde allí sobrevolaron la Costa Azul antes de avistar Turín.
El accidente ocurrió a nueve millas de distancia del aeropuerto, a 669 metros sobre el nivel del mar. Se especula con que el altímetro se bloqueó a los 2.000 metros y los pilotos se creyeron a mayor altitud. Según el informe técnico, el comandante Pierluigi Meroni no intentó corregir el rumbo, no tuvo tiempo; el avión impactó a 180 kilómetros por hora. A las 17:05 nadie respondió a la llamada de la torre de control.
Vittorio Pozzo, seleccionador nacional, fue reclamado para identificar los cadáveres de los futbolistas: Valerio Bacigalupo, Aldo Ballarin, Dino Ballarin, Emilio Bongiorni, Eusebio Castigliano, Rubens Fadini, Guglielmo Gabetto, Ruggero Grava, Giuseppe Grezar, Ezio Loik, Virgilio Maroso, Danilo Martelli, Valentino Mazzola, Romeo Menti, Piero Operto, Franco Ossola, Mario Rigamonti y Giulio Schubert. También murieron los entrenadores Egri Erbstein y Leslie Levesley; el masajista Ottavio Cortina y los directivos Arnaldo Agnisetta, Andrea Bonaiuti and Ippolito Civalleri. Junto a ellos, fallecieron los mejores periodistas deportivos de Italia, Renato Casalbore (fundador de Tuttosport), Renato Tosatti (Gazzetta del Popolo) y Luigi Cavallero (La Stampa). Tampoco se salvo la tripulación: Pierluigi Meroni, Celeste D’Inca, Celeste Biancardi y Antonio Pangrazi.
La conmoción fue inmensa. El Torino era uno de los mejores equipos del mundo. Había ganado cinco ligas consecutivas entre 1942 y 1949 (los campeonatos 43-44 y 44-45 no se disputaron por la Segunda Guerra Mundial). Diez de sus futbolistas habían formado parte de la selección italiana que al año siguiente decidió viajar en barco al Mundial de Brasil.
Medio millón de personas, la práctica totalidad de la ciudad de Turín, procesionó el 6 de mayo para rendir tributo ante los féretros alineados en el Palazzo Madama. Indro Montanelli escribió: «Los héroes son siempre inmortales a los ojos de quienes creen en ellos. Y así, los niños creerán que el Torino no ha muerto: sólo está lejos».
Sólo quedaron tres futbolistas del Grande Torino. El segundo portero Renato Gandolfi, que dejó su puesto a Dino Ballearin, Sauro Tomá, por una lesión en la rodilla, y Luigi Gandolfi, uno de los más jóvenes de la plantilla, que se quedó fuera de la lista. Ferruccio Novo, el presidente, se salvó por una neumonía y el comentarista Nicolo Carosio se quedó en casa para la confirmación de su hijo.
El Torino jugó el resto de la liga (cuatro partidos) con el equipo juvenil y lo mismo hicieron los rivales a los que se enfrentó. Los turineses ganaron los cuatro choques y finalizaron el campeonato con 60 puntos, cinco más que el Inter. Pero fue un título sin celebración.
El 26 de mayo se organizó un partido para recaudar fondos para las familias de las víctimas en el Stadio Comunale. Se midieron el Torino Simbol, un equipo formado por futbolistas de otros clubes uniformados con camisetas marrones, y el River Plate. Di Stéfano cambió de equipo por una noche y formó en un combinado en el que también estaban Boniperti, Nordhal o Hansen. El estadio se llenó hasta la bandera y el partido finalizó 2-2.
Hubo otras tragedias aéreas. El 6 de febrero de 1958 el avión del Manchester United se estrelló en Múnich con el dramático balance de 23 muertos. El 27 de abril de 1993 un avión de la fuerza aérea de Zambia se precipitó contra el mar y murieron los 30 ocupantes, entre ellos todos los miembros de la selección de Zambia de fútbol que viajaban a bordo (18 jugadores y el cuerpo técnico). El 28 de noviembre de 2016, el avión que trasladaba al Chapecoense a la final de la Copa Sudamericana se estrelló cerca de Medellín; murieron 71 de los 77 pasajeros. En cada caso, la desgracia siempre encontró la misma referencia: Superga, 1949.