Desde que tengo uso de razón tuve claro que lo mío eran las letras. Eso, y golpear una pelota amarilla con una raqueta. Pero no, nunca me tomé demasiado en serio la posibilidad de dedicarme profesionalmente al tenis, así que mi afición por este y mi pasión por el fútbol me hicieron decantarme por el periodismo deportivo mucho antes de tener que tomar esa importante decisión.